Toda imagen documental, en cuanto construida, implica una autoría, es decir, una subjetividad. Una intencionalidad que trasciende las motivaciones individuales, llegando a reproducir incluso mecanismos ideológicos colectivos. Confiar en el realismo del documental es confiar en una verdad única e incontrovertible, vertical, que llega a nosotros desde la autoridad de una tecnología que en sí misma ya representa prácticas y saberes, instituciones y grupos de poder. Incluso una mirada pretendidamente objetiva, positivista y aséptica no resulta sino otra forma del discurso ideológico.

Mi proyecto busca criticar la aceptación pasiva de estas imágenes – representadas por fotografías icónicas del género – al construir virtualmente imágenes idénticas a éstas mediante técnicas de dibujo en Photoshop. Así, la fotografía documental pierde totalmente su condición de índice, acaso su última (y única) verdadera conexión con la realidad. Esta reproducción se da a través de una apropiación ligada al concepto de la muerte del autor, planteado por Barthes, y a la idea del simulacro de Baudrillard, ya que se trata de reproducciones de lo inexistente, del discurso puro hecho imagen. Como todo simulacro, estas imágenes son validadas al ser incluidas en un sistema simbólico mayor: el de la autoridad de un libro recopilatorio de artículos que analizan casos históricos importantes en la relación entre documental y manipulación. Este libro, del que me presento como editor, y cuyo título es Más allá del instante decisivo, se ve asimismo validado al ser realizado en el contexto del Centro de la Imagen, institución que articula el sistema de museos y galerías con los medios de comunicación para finalmente definir lo fotográfico en el Perú.

El libro posteriormente circulará por bibliotecas e Internet, espacios en los que la misma difusión, reproducción e interacción con el público validarán y enriquecerán la obra, consumándose así la muerte del autor para la aparición del lector como sujeto activo en la construcción de ésta.