TOM II. FOL 180 (2016)
The past, as the inconstant sands of the desert where were formed various of our pre Columbian cultures, tend to mix dates and names, to unify memory. “Tonada del Chimo” a music compiled by the bishop Martinez de Compañon at the ends of the XVIII century is an example of that. A probable Chimu melody with an occidental development is sung in Muchik, a lost language from whom only rests a transcription without meaning, remains only as a mysterious hypnotic music in base of its apparently primitive accompaniment of flute and drum.
In this project of intervention outside Chan Chan (capital of the Chimu Empire) a clay board engraves with the notation is assimilated to his process of reelaboration of the past: memory can make its own vestiges, the constant reconstruction of the puzzle of our own identity.
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En el prólogo de El Hacedor, Borges ficciona un imposible encuentro con Leopoldo Lugones. El pasado, nos dice, tiende a mezclar las fechas, a unificar la memoria. El pasado, como las inconstantes arenas del desierto en que se formaron muchas de nuestras culturas precolombinas, toma siempre nuevas apariencias, se asimila a nuevas tradiciones. La “Tonada del Chimo”, recogida por el Obispo Martínez de Compañón a fines del s. XVIII es, tal vez, un ejemplo de ello. Una probable melodía original Chimú con un desarrollo ya occidental es cantada en lengua Muchik, un idioma ya perdido del que apenas nos queda una transcripción sonora, unas palabras a las que ya no podremos acceder, salvo imaginándoles un significado ritual en base a su repetición casi hipnótica en una música aparentemente primitiva acompañada de flauta y de tambor. tom. II, fol. 180 es un proyecto de intervención en el que se intenta asimilar una tablilla de arcilla grabada con la notación musical a este proceso de reelaboración constante del pasado. Mediante una intervención en Chan Chan, se busca recrear la función ritual de una pieza de origen decididamente mestizo. Con la maleabilidad de la arcilla fresca, que se va secando al sol y viento del desierto para terminar camuflándose con ellos, la memoria, creemos, puede formar también sus vestigios propios, sus nuevas ruinas para desentrañar. Porque toda reelaboración es, finalmente, también una pérdida, la constante reconstrucción de un árido rompecabezas que se demanda por siempre a sí mismo y para sí mismo, incompleto.